Comprender a la RSE desde el mundo de las ideas y el pensamiento precede necesariamente, a la aplicación efectiva de dicha práctica humana. Estimarla, dimensionarla, contextualizarla, respetarla y desplegarla, es lo que realmente cuenta en el marco de una realidad apremiante. En este sentido, circunscribir la RSE a una definición que la distinga, constriñe su sentido y alcance, pues como práctica humana, puede acoplarse a distintas miradas, diferentes perspectivas para comprenderla y ejercerla; no obstante, los puntos de vista convergen en un lugar común: el interés, el cuidado y el respeto por las personas, el entorno social y el ambiente, todas éstas dimensiones soportadas en comportamientos éticos, traducidos en valores.

Ahora bien, los desafíos y oportunidades que caracterizan a las sociedades y organizaciones empresariales del siglo 21, legitiman la necesidad de revisar las expectativas y exigencias materiales y espirituales de los sujetos sociales dentro de ellas. Las actuaciones aisladas y espasmódicas ya no encaminan la acción directiva de los empresarios, quienes apuestan por nuevas formas de desarrollo e integración asociadas a la RS. La complementariedad entre acciones justas y éticas con la eficiencia de la productividad, surge como un renovado modo de mirar la realidad desde una dimensión humana y social; sin embargo, el turbulento orden social mundial, focalizando esta reflexión en Latinoamérica, coloca a los individuos como personas y como empresarios, en situaciones límite que interfieren en el desarrollo armónico de las actividades empresariales en relación con el contexto, dejando a un lado, en ocasiones, el desempeño organizacional como ciudadano responsable.

Una perspectiva estratégica integradora caracteriza los modelos de ciudadanía, la cual orienta su actuación desde un enfoque de “valor” que vincula su quehacer con la sociedad y con las políticas de estado, al asociar las iniciativas sociales a los criterios de gestión e inversión corporativos. Dicha capacidad de gestión, permite apalancar oportunidades para la innovación e inversiones sostenibles en el tiempo, aún en los ambientes turbulentos descritos anteriormente, asegurando para los stakeholders, el logro efectivo de los objetivos de la organización vinculados a la realidad social que les circunda.

La procura de una mejor convivencia entre empresa y sociedad, requiere clarificar el rol genuino del Estado por una parte, y la actuación como ciudadano moral de la organización empresarial por otra. Conocer y atender el entorno social y el ambiente es tarea de ambos; sin embargo, las políticas de desarrollo y progreso de algunos países han venido desviando su cauce, y los empresarios sensibles y atentos a las necesidades locales, promueven los mecanismos en bienes o servicios que las personas requieren ante la ausencia de respuesta efectiva del sector gubernamental.

Ante esa realidad, el dilema de ser ciudadano corporativo ejemplar, creando valor económico y social tanto para la empresa como para el contexto social, surge como necesidad de traducir las intenciones en hechos contundentes, pues la heredad de las costumbres y la cotidianidad del entorno país, tejen trampas que se convierten en lo denominado por Kliksberg 1 como variables intrusas, las cuales influyen en el contexto siendo necesario desarrollar tanto la capacidad de adaptación al cambio como la de innovar. Estas variables, desenfocan la intención y voluntad de la empresa como actor moral responsable, para convertirlo en benefactor y ejecutor de actividades que no le son propias, mermando inclusive su capacidad de productividad y el acceso a bienes y servicios.

Al comprender que las organizaciones empresariales prosperan gracias a la sociedad, con ella, por ella y para ella, se devela para éstas, el papel fundamental de ciudadano moral responsable, quien responde a su entorno interno (el talento humano de la empresa) y rinde cuentas al contexto externo (la sociedad). En la brecha entre lo interno y externo, emerge la oportunidad de propiciar nuevas vías de gestión empresarial ciudadana desde la denominada “Triada de Valor”, inspirada en los planteamientos esgrimidos por Guédez 2. El valor que se produce, el que se añade y el que se enrraiza. Visto así, las organizaciones empresariales que asumen acciones de RS desde la tríada de valor, aún en una dinámica de país adversa, fortalecen la transparencia de su gestión lo que redunda en su reputación y posicionamiento; favorecen una relación ética dialógica y una integración responsable de todos los actores sociales como agentes morales, encargados de movilizar los cambios necesarios en el acontecer social y empresarial, con sana repercusión en el ambiente.

Tenemos entonces que la RSE va más allá del cumplimiento de una norma o una política de estado. Se encamina hacia una comprensión, toma de conciencia y acción en consecuencia. Toda esta dinámica enmarcada en valores y principios éticos y morales compartidos. La responsabilidad sobre la estabilidad, sostenibilidad y rentabilidad de una organización empresarial radica en la práctica constante de acciones humanas equilibradas, razonadas, consensuadas y prudentes, que garanticen una armonización entre la declaración de la misión y visión organizacional (declaración corporativa) y el acoplamiento con los más altos y dignos intereses de los humanos quienes hacen posible que esa empresa exista.

A manera de colofón, la tríada se integra desde cada arista de valor para moldear la gestión de RS, propiciando la apertura e incremento de la rentabilidad financiera (producir o incrementar valor), el mejoramiento de los procesos en la empresa (añadir valor) y afianzando los principios, creencias y comportamientos éticos del capital humano que las integra (agregar valor). La convivencia de la tríada, asegura la sostenibilidad y competitividad de la empresa desde dentro de si hacia su gente; del mismo modo hacia el entorno social para armonizarse con la sustentabilidad del ambiente. La tríada posee un engranaje que relaciona una arista con la otra, ese engranaje es la Responsabilidad Social Empresarial como ciudadano ético y moral.



Referencias:

1. Klikgsber Bernardo, (2004): Más ética más desarrollo. Temas Grupo Editorial SRL. Buenos Aires, Argentina.

2. Guédez Victor, (2008): Ser Confiable. Responsabilidad social y reputación empresarial. Editorial Planeta, Venezuela.

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